El Poema
Sinfónico es una composición musical, creada
para orquesta aunque también para piano, que se basa o inspira en una obra
literaria o en una idea poética.
A mediados del siglo XIX el compositor
Franz Liszt le dio el nombre y estreno, en 1849, su obra Tasso,
lamento e trionfo.
El poema sinfónico presenta una estructura determinada. Por lo
general se trata de una obra en un solo movimiento o también puede formar parte
de una serie en distintas partes corresponden a los diferentes episodios de la
narración que la han inspirado, se hallan encadenadas entre sí. El argumento de
la música es una evocación.
Aunque
ya desde la época barroca se escribían obras no cantadas con argumento o
intenciones descriptivas como las Cuatro
Estaciones de Antonio
Vivaldi, se considera como antecedente del género el Retrato musical de la naturaleza, por
Justin Heinrich Knecht. Asimismo. Ludwig
van Beethoven apunta la génesis del poema sinfónico en su sinfonía n.º 6 Pastoral.
Un gran número de compositores del ámbito
germánico continuó la forma musical iniciada por Liszt, pero el éxito del Poema
Sinfónico a finales del siglo XIX, fue sin duda Richard Strauss, quien lo utilizó
para producir composiciones experimentales en el terreno melódico, instrumental
y en la orquestación.
El
poema sinfónico experimentó en Francia, un impulso apreciable de la mano de
Camille Saint-Saëns con Phaéton y Danza macabra; César Franck,
con El cazador maldito y Las Eólidas; y posteriormente de la
mano de Vincent D’Indy, con El
bosque encantado; Claude Debussy, con El preludio a la siesta de un fauno; y
Paul Dukas, con El aprendiz de
brujo.
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